27/12/09

Tras un ataque de insomnio, resulta un poeta sentado frente a una taza de café. Escribe.
Súbitamente un pintor lo intersecta y lo atropella con preguntas.
El poeta piensa en ese momento que su respuesta debe ser poco menos que indiferente.
Sin embargo, atina tranquilamente a responder que ha estado algo ocupado tratando de expresar un por qué de la ironía.
El pintor lo toma por el cuello ¿y que utilidad práctica tiene eso en la vida? -Pregunta
No lo sé, nunca lo había pensado, ehm, sucede que no sirve para el hambre, y es que, verás, dice Staël que de manera natural buscamos lo ilógico… Pero podremos instaurar esa tarea en un nuevo catálogo titulado: utilidades de la ironía en la vida. Todo con tal de que la prepondere en su realidad y compita con la “necesidad” de un celular y un “guitar hero”.
Se hace un gran silencio; el poeta exclama: Una bella mujer murió a las orillas de un inmenso cuadro.
Para ese entonces, el pintor encontró una soga y un lugar lo suficientemente alto

23/12/09

Embarrón Número Uno Dadá/Prefiriendo Ser Shakespeare o ¿No serlo?


Mi madre se empeñó durante toda mi infancia en decirme que si no estudiaba me iba a convertir en un bueno para nada. Se equivocó, no hay forma de que uno sea un bueno para nada, en algo debe ser uno bueno, no importa si es útil o no, pero es algo. Y estudiar no es una forma precisamente segura de hacer algo útil.

Así que me matriculé en la universidad, estudié alguna carrerilla que no tiene sentido mencionar: fracaso académico asegurado el de aquellos que empezamos ese martirio sin algo firme en las manos, nos perdemos buscándolo por ahí… adiós licenciados. Sin embargo en ese lugar conocí gente: gente que conocía gente que decía conocer ciertas cosas. Les creí, los seguí, los imité.

Me encontré en ellos, y me adueñé de sus gustos y por ende de sus aversiones. Y resultó que ellos no eran ellos, sino otros individuos que habían conocido, que decían conocer ciertas cosas. Ellos eran otros que seguían a otros que imitaban a otros y así hasta que las ideas radicales se terminen, ahí tienen su origen, aunque éste no me importe, lo que me importaba era saber que hacía ahí. Por qué tenía un paliacate en la cara, porque colgaba desde un quinto piso amarrado con una cuerda podrida. Colgando al vacío, con vértigo, producto de un ego más grande de lo que puedo cumplir, con el hocico más grande que los huevos, sostenido por un ideal podrido de mecate.

El vacío debajo: podía precipitarme ahí, seguro no salía nunca. Un vacío dentro: Yo lo había construido y me había tomado bastante tiempo en dejarme bien hueco. Y una superficie vacía, limpia, lista para arrojar en ella todo eso que tenía que decir. Entonces desperté: ¡Era perfecto así! Ya no había que hacer nada, el vidrio del edificio con mi reflejo plasmaba exactamente lo que quería: Nada conmigo, mi ego y nada, yo nada, nada nadie. Pero, ¿Cómo dices eso a los otros? ¿Con una lata de pintura en aerosol? Sí, claro.

Aquí va mi manifiesto, pongo mi dedo en el atomizador, calculo el tamaño de las letras, veo a mi compañero colgando como yo, separados a diez metro uno del otro y veo que escribe TOLSTOI.

--¡Gran hijo de puta!

Fin de la ilusión ¿cómo se le ocurre escribir eso? Si se esta jugando la vida para hacerlo. Siento nauseas por la altura que, gracias a su figura colgante, he recordado. Entonces escribo: bilis carne pan cerveza saliva sobre el vidrio. Vomito.

Mirando de lejos

Mirando de lejos:

-Ella, si ella, esbelta, cabello negro, lacio y corto, sexy, buena sonrisa, nariz pequeña y que buen vestir; eso de la boina a cuadros es un plus que le da un toque intelectual. Ya me lo imagino, que bella escena, en ese café italiano del centro, podemos reír mientras ellas habla de literatura en francés y toma su expresso y yo un chocolate caliente (soy más quisquilloso, digamos más pasivo) mientras fuma con boquilla y cruza la pierna forrada con una deliciosa media oscura; es acida y le gusta el cine mudo, está enamorada de Chaplin y eso me fascina, odia acampar y le gusta Sonic Youth, toma, pero solo se emborracha si hay vino, ¿mayor pecado? Le gusta Miguel Bose. Nuestra relación es enfermiza, mórbida pero increíblemente seductora, ella pinta, me pinta en abstracto, le fascinan mis ojos, dice que son enigmáticos, el sexo es poético, somos inseparables-.

Esperen. Alguien se acerca. Tiene novio, que importa, un cómico percance diría el “seductor” de Kierkegaard. Esperen. Ha tirado la basura de su Hot-dog sobre el suelo (pensé que era vegetariana), ahora ríe escandalosamente mientras su novio, su estúpido novio, la carga; desde aquí se puede ver la comida molida dentro de su boca, además pasa enfrente de mi y ni siquiera me mira, claro, está entretenida mordiéndose las uñas. ¡Que fastidio!, ¡que asco!, ¡que desgracia!-.

-Tal vez ella, la que va pasando justo enfrente del palacio de Bellas Artes; chamarra de piel, botas rojas, ¡gran cabello!, grandes ojos delineados, jeans oscuros ajustados con pequeñas cadenas colgando; lo único realmente maquillado en su rostro es su boca roja. Ella tiene un aire más divertido y serio al mismo tiempo, como esperando una verdadera fiesta en ella. Con ella podría ir a bares sofisticados y algunos antros a los que nos llevarán sus tontos pero agradables amigos, los cuales me aman, dicen que soy profundo. Ella siempre sonríe al verme y gusta de mi plática y a mi me gusta resaltar como gran erudito entre las personas de baja cultura literaria así que disfruto de sus elogios. Lo mejor es cuando vamos a fiestas rave en donde ella suele bailar bajo el yugo del éxtasis o cocaína (es bello en la nariz adecuada) mientras yo la observo danzar, ella se va acercando a mi, me abraza eufórica y me besa; el sexo es casi tierno de no ser por lo pornográfico que puede llegar a parecer (por mi parte claro); ¿Mayor pecado? le gustan los gatos, pero hasta eso le queda bien-

Ahora ella se encamina hacia mi, me ve – ¡me ve!- y me sonríe, voy tras ella. Esperen. Ve a otra persona y también le sonríe, a una tercera y también le sonríe, ¡que absurdo!, además lleva bajo su brazo una revista Rolling Stone y va de la mano de su amiga ¿o no es su amiga?. La armonía estética se fue, ahora de nuevo es trágico.

-La tercera mujer que veo es ya como un sueño, va sola y expectante, con una cámara con la que toma fotografías de aves, de aves y de personas. La imagen con ella es brillante, en donde yo solamente escucho lo que me tiene que decir, mirándola siempre; es algo curioso e infantil y despierta mi imaginación a un grado máximo. Con ella viajo hacia al sur cada dos meses, conozco personas y me muevo tan rápido que el disfrute perdura solamente en la memoria, así es mejor; nos tomamos fotos a la menor provocación, todo día pasa rápido junto a ella, es algo sublime, una imagen estética sin igual, la cúspide-

Ella voltea para fotografiar una paloma, yo miro hacia arriba buscando el cuadro, pasaron segundos en lo que me incorporaba y ella ya no estaba.

Por fin me resigno a caminar un poco, pensando en lo ideal de las mujeres que “conocí”, como maniquíes en aparadores, vendiendo maneras de percibir -¿Por qué tiene que ser así?- Al fin, caminando hacia mi casa alcanzo la perfección, una mujer tan igual a las demás pero sin las pretensiones que tienen hoy en día todas aquellas que gustan de pasearse por las calles burdas del centro de la ciudad. Algo más bien callado, abstracto y superior, algo tal ves más sincero o por lo menos algo duradero y congruente. La diferencia es minima y en algunas ocasiones inexistente. La señora gorda de rojo no me dejara mentir, ella vio como la he observado, ella sabe que me he enamorado. Hoy en día ¿Cuál es la diferencia entre esta mujer sofisticada y las demás?

18/12/09

El maestro dentro del salón cuestiona a sus alumnos sobre el sexo de los ángeles; afuera se inicia una manifestación social sobre los derechos de los trabajadores; más allá de aquella universidad chocan dos autos y mueren los pilotos, dos comerciantes (uno dedicado a vender cigarros sueltos y el otro chicles -tenían que matarse-); más allá de aquella avenida una joven de aquella universidad es embriagada por adolescentes con acne de una secundaria pública dentro un billar-todos perderán su virginidad-en aquel billar es en donde se trafica cocaína en bolsas de chettos -en vez de tazos hay bolsas con polvo blanco-; en la siguiente esquina un padre pasea a un bebe en carreola que no es suyo -no es que sea victima de infidelidad por parte de su esposa, sino que a confundido la carreola (la más popular entre los jóvenes padre pues incluye cenicero) con la de la joven madre con la que platicaba en un café sobre lo maravilloso que era poder fumar libremente mientras te sientas en un parque con tu bebe; a mitad de la calle detrás de aquella universidad un joven con acne de una secundaria pública se lamenta no haberse quedado en el billar y maldice a su madre la cual piensa que no necesita amigos si la tiene a ella; en la siguiente esquina un cocainómano camina ansioso hacia el billar por unos chettos de bolita; hacia la entrada de la universidad camina una pareja enamorada -la mujer llora asustada pues hace menos de 5 minutos los han asaltado, tal vez el cocainómano; dentro de un salón de aquella universidad un alumno tiene una respuesta sólida y exquisitamente concisa sobre la pregunta del sexo de los ángeles -por lo menos eso el piensa- la dice; el alumno sentado a sus espaldas se burla y comenta con su compañero que se sienta a un lado algo que leyó en Wikipedia: Es una frase que se utiliza durante la ceremonia de coronación de nuevos papas, en donde en cierto momento un monje interrumpe el acto, muestra unas ramas de lino ardiendo y cuando se han consumido dice "Sancte Pater, sic transit gloria mundi" (Santo Padre, así pasa la gloria del mundo) recordando al Papa que a pesar de la tradición y la grandilocuencia de la ceremonia, no deja de ser un mortal. (sic)